…] La estimulación de la piel mediante el tacto es una necesidad fundamental.
[…] Yo definiría el contacto táctil como el sentimiento de satisfacción producido por el contacto entre dos pieles. Puede ser calmante, curativo, cariñoso, afectivo, consolador o donante de seguridad. Puede adoptar la forma de roce, palmadas, masajes, caricias o bien de mecer, abrazar o sostener. La intensidad puede variar entre la del breve roce y la estimulación sexual masiva del coito. Nosotros damos al tacto nuestros propios significados. Cada uno de nosotros, como nuestras culturas, se diferencia por la forma como expresa su necesidad de contacto físico y por la forma como intenta satisfacerla.
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Mientras vamos desarrollándonos durante la infancia, el tacto va asociándose con los sentimientos y llega entonces a ser un acontecimiento emocional. El tacto mismo no lo es, pero sus elementos sensoriales producen cambios neurales, glandulares, musculares y mentales que calificamos de emociones. Es importante comprender este concepto, porque nosotros atribuimos emociones y sus significados al tacto debido a la manera como la recibimos durante la infancia mediante el tacto. Si experimentamos afecto, y nos relacionamos mediante el tacto, éste llegará a significar para nosotros afecto y modo de relación. También llegará a representar la seguridad.
Sentimos, amamos y odiamos, tocamos y somos tocados a través de los corpúsculos táctiles de nuestra piel.
Si bien la unión de las emociones y los significados con el tacto se produce durante la niñez, creer que no puede canalizarse de otra forma y cambiarse lo que aprendemos y asociamos durante la infancia es demasiado pesimista. La energía, la voluntad, la paciencia y la revisión de nuestras creencias pueden hacer milagros.
Es cierto que el tacto puede provocar temor… No es casualidad que usemos la misma palabra para definir la experiencia de la emoción y del tacto: SENTIR. […].
El contacto físico comunica sin palabras. Podemos conocer la diferencia entre las clases de contactos. Podemos decir “no” si es inadecuado o no es el que deseamos en ese momento. Y lo más importante es que podemos aprender a tocar con conocimiento, respeto y ternura.
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El tacto se convierte en la expresión física de nuestra actitud hacia el mundo. ¿Lo busca usted, lo recibe de forma pasiva, ser resiste a él o lo evita? ¿Lo encuentra agradable, le da miedo, o le reta a tocar y a ser tocado?
Ya no somos bebés.
Podemos dar y recibir amor de otras maneras que no sean el contacto físico, pero el tacto es lo que calibra nuestra capacidad para amar. Necesitamos el contacto físico por sí mismo; también lo necesitamos para ser sinceros. Tenemos mucha práctica en engañarnos sobre nuestros sentimientos y motivos. El tacto, tangible, nos obliga a no fingir emociones cuando se toca a alguien, a menos que el receptor quiera ser engañado. Es imposible tocar al azar mientras decimos que nos importa mucho el receptor, o tocar sexualmente mientras se manifiesta un sentimiento de amistad con la pretensión de que se crea. Usted conocerá la diferencia, y el que lo recibe también. El tacto simboliza la forma como usted se relaciona con la vida y con la experiencia, con la amistad y con el amor. […].
El sentido del tacto reside en nuestra piel y en nuestro cerebro. Se sienten emociones, y se siente cuando nos tocan. Nuestra piel llora con desesperación, se escuece con la frustración, tiene erupciones debido a la ira, pues reacciona con sensibilidad a nuestras experiencias interiores y externas. Aprendemos a comunicarnos mediante el tacto y él sigue siendo nuestra forma fundamental de comunicación durante toda la vida. Necesitamos que se estimule la piel para sobrevivir, y tocarla es una manera sencilla de lograrlo. Tocar puede ser poderoso, amoroso y también pavoroso, por las emociones y significados que le adjudicamos en la infancia. Tocar tiene una potencia tan integral, necesaria y placentera, que debemos aprender a hacerlo total, honesta y amorosamente. Un buen principio puede ser eliminar las confusiones entre las distintas clases de formas de tocar.