La actitud ante la vida, define el camino.

Una vez, en Sacramento, cuando hablaba sobre el tema de la proactividad, una mujer del público se puso de pie en medio de mi disertación y empezó a decir algo muy emocionada. El público era numeroso, y cuando algunas personas se volvieron a mirarla, ella de pronto tomó conciencia de lo que estaba haciendo, se azoró y volvió a sentarse. Pero parecía resultar difícil contenerse, y siguió hablando con la gente que tenía alrededor. Se la veía muy feliz.

Lee la primera parte de este artículo: “La “Proactividad” define tu destino”

Aguardé una pausa con impaciencia para poder averiguar qué había sucedido. En cuanto tuve la oportunidad me acerqué a ella y le pedí que contara su experiencia.

“No puede imaginar lo que me ha ocurrido –dijo

Trabajo como enfermera para el hombre más miserable e ingrato que pueda imaginarse. Nada de lo que haga es suficiente para él. Nunca lo aprecia, ni siquiera me lo reconoce. Constantemente me acosa y encuentra defectos en todo lo que hago. Por culpa de este hombre mi vida es desgraciada y a menudo descargo mi frustración sobre mi familia. Las otras enfermeras sienten lo mismo. Casi rezamos para que lo echen.

Y usted tuvo el descaro de plantarse allí y decir que nada puede herirme, que nadie puede herirme sin mi consentimiento y que yo elijo mi propia vida emocional de infelicidad… Bien, [de ninguna manera] podía yo aceptar esa idea.

Pero seguí pensando sobre ello. Realicé una verdadera introspección, y empecé a preguntarme: ¿Tengo el poder de elegir mi respuesta?

Cuando por fin comprendí que en realidad tengo ese poder, cuando me tragué esa amarga píldora y comprendí que yo había elegido ser desgraciada, también comprendí que podía elegir no serlo.

En ese momento me puse de pie. Me sentía como si me estuvieran dejando salir de San Quintín. Quería gritarle a todo el mundo: ¡Soy libre! ¡Salgo de la cárcel! ¡Nunca más voy a dejarme controlar por el trato que me dispense otra persona!”

Lo que nos hiere o daña no es lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede.

Desde luego, las cosas pueden dañarnos físicamente o perjudicarnos económicamente, y producir dolor por ello. Pero nuestro carácter, nuestra identidad básica, [de ningún modo] tiene que quedar herida. De hecho, nuestras experiencias más difíciles se convierten en los crisoles donde se moldea nuestro carácter y se desarrollan las fuerzas internas, la libertad para abordar circunstancias difíciles en el futuro y para inspirar a otros la misma conducta.

Frankl es uno de los muchos que pudieron desarrollar su libertad personal en circunstancias difíciles, para animar e inspirar a otros. Los relatos autobiográficos de los prisioneros de guerra en Vietnam aportan convincentes testimonios adicionales sobre el efecto del uso responsable de esa libertad en la cultura de la prisión y en los reclusos, tanto en aquel entonces como ahora.

Cuando revisamos las cosas que están dentro de nuestro círculo de preocupación resulta evidente que sobre algunas de ellas no tenemos ningún control real. Con respecto a otras, podemos hacer algo… ¿Quieres saber más? Lee la nota completa aquí

Todos hemos conocido a individuos que atravesaban circunstancias muy difíciles (tal vez una enfermedad terminal o una grave discapacidad física) conservando una extraordinaria fuerza emocional. ¡Cuánto nos inspira su integridad! Nada deja una impresión mayor, más duradera, en otra persona, que la conciencia de que alguien ha trascendido el sufrimiento, que ha trascendido la circunstancia y está encarnando y expresando un valor que inspira, ennoblece y eleva la vida.

Tres valores fundamentales

Uno de los momentos más inspiradores que Sandra [mi esposa] y yo hemos vivido tuvo lugar durante un período de cuatro años con una querida amiga nuestra llamada Carol, que tenía un cáncer devastador. Había sido nuestra madrina de bodas y era amiga de Sandra desde hacía más de veinticinco años.

Cuando Carol se encontraba en las últimas etapas de su enfermedad. Sandra se dedicó a sentarse junto a su lecho ayudándole a escribir su historia personal. Volvía de aquellas sesiones difíciles y prolongadas casi transfigurada por la admiración que sentía por el valor de su amiga y su deseo de escribir mensajes especiales para sus hijos, que había que darles en diferentes etapas de su vida.

“No afrontar la realidad hubiera sido aceptar la idea de que lo que sucede en nuestro ambiente tiene que determinarnos.” lee aquí el artículo.

Carol tomaba la menor cantidad de anestésicos posible, de modo que tenía pleno acceso a sus facultades mentales y emocionales. Entonces susurraba ante un grabador y directamente para Sandra, mientras ésta tomaba notas. Carol era tan proactiva, tan valiente y estaba tan preocupada por los demás, que se convirtió en una enorme fuente de inspiración para muchas de las personas que la rodeaban.

Nunca olvidaré la experiencia de mirar profundamente a los ojos de Carol el día antes de que falleciera, y sentir, en esa agonía profunda, a una persona de enorme valía intrínseca. Pude ver en sus ojos una vida de carácter, contribución y servicio, así como de amor, preocupación y aprecio.

A lo largo de los años, muchas veces he preguntado a algunos grupos de personas si han tenido la experiencia de acompañar a un moribundo que haya conservado una actitud tan admirable, comunicando tanto amor y compasión, y resistido de un modo tan incomparable hasta el mismo fin. Por lo general, más o menos la cuarta parte de la audiencia responde afirmativamente. Entonces pregunto quienes no olvidarán nunca a esos individuos, quienes se sintieron transformados (al menos temporalmente) por la inspiración de ese coraje, quienes se sintieron profundamente conmovidos y motivados a realizar actos más nobles de servicio y compasión. Casi inevitablemente levantan las manos las mismas personas.

Víctor Frankl dice que hay tres valores fundamentales en la vida: el de la experiencia, o de lo que nos sucede; el creador, o de lo que aportamos a la existencia, y el actitudinal, o de nuestra respuesta en circunstancias difíciles, como por ejemplo en enfermedades terminales.

Mi propia experiencia confirma lo que sostiene Frankl, en el sentido de que el más alto de los tres valores es el actitudinal. En otras palabras, lo que más importa es el modo en que respondemos a lo que experimentamos en la vida.

Las circunstancias difíciles suelen dar origen a cambios de paradigma, a marcos de referencia totalmente nuevos, a través de los cuales la gente ve todo el mundo, se ve a sí misma, y ve a los otros y a lo que la vida le pide. Su perspectiva más amplia refleja los valores actitudinales que nos elevan e inspiran a todos nosotros.

“Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”
Stephen R. Covey.

Te invitamos a realizar nuestro diagnóstico, después podrás comunicarte con un Entrenador de la Mente que te ayudará a ver la vida dese otra perspectiva y con una nueva actitud.

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