La importancia del contacto físico

[…] Tocar no es sólo un estímulo placentero, sino una necesidad biológica. Durante los nueve meses que el feto crece en el vientre, su piel se ve estimulada de manera constante por los movimientos rítmicos transmitidos y ampliados por el fluido amniótico. Así el feto tiene su primera experiencia de estímulo táctil aún antes de su nacimiento. Durante el nacimiento, los movimientos suaves oscilantes se detienen cuando se intensifican las contracciones uterinas y se produce la experiencia táctil del parto.

[…] Las contracciones uterinas tienen el mismo efecto que las caricias iniciales o la estimulación de la piel del bebé. Esos abrazos uterinos estimulan los nervios de la piel del recién nacido. En realidad, nacer proporciona el masaje que revitaliza al bebé que aparece en el mundo: una manera de estimulación que debería continuarse de inmediato durante bastante tiempo después del parto.

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[…] Todo el mundo ha oído hablar de la atención amorosa, una idea revolucionaria de un médico de Boston, Estados Unidos, el doctor Fritz Talbot, que estuvo observando una clínica infantil en Alemania antes de la Primera Guerra Mundial. Allí descubrió a una mujer llamada Anna. Anna era vieja y gorda y trabajaba ahí. Parecía no haber nada más que llevar bebés con ella. Sin embargo, así salvó muchas vidas de bebés.

La necesidad del contacto físico en el recién nacido.

Sin embargo, hasta después de la Segunda Guerra Mundial no se hicieron estudios para investigar las causas del marasmo y de la muerte inexplicada de recién nacidos, y entonces se estableció un lazo con la falta de contacto. En los lugares en que se aplicó la atención amorosa, las tasas de mortalidad infantil bajaron de manera espectacular. Para sobrevivir y desarrollarse de forma saludable, una criatura necesita que se la lleve en brazos, se la mime, se la acaricie como lo hacía la anciana Anna. Esto no supone una tiranía del niño; más bien satisface una necesidad fundamental en los primeros años de la vida infantil. […]

El bebé aprende sobre el amor y el tacto siendo amado y tocado.

Los padres que reprueban la exploración del cuerpo, y por tanto que el niño se toque, necesitan desesperadamente ser educados. Restringen una parte importante del aprendizaje perceptivo, y fomentan una actitud negativa del niño hacia su cuerpo. Este contacto físico proporciona a la criatura una fuerte sensación de seguridad psicológica, de confianza, comodidad y bienestar.

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El tacto ayuda a superar el miedo y la sensación de aislamiento.

El niño que es estimulado a tocarse, o al que se permite tocar su propio cuerpo y que recibe una reacción positiva cuando toca a otras personas, debería desarrollar sentimientos positivos hacia el cuerpo humano y hacia su propio cuerpo en particular.

Si se restringen al bebé sus experiencias táctiles, se le niegan las oportunidades suficientes para comunicarse mediante el tacto, y entonces debe esperar hasta que se desarrollen lo bastante sus sentidos de la vista y la audición antes de que pueda comunicarse con los demás. […].

La falta de caricias adecuadas durante la infancia tiene efectos graves. La privación de contacto puede causar retraso mental o físico. Algunos niños, en un esfuerzo inconsciente por asegurarse la atención que necesitan, provocarán los azotes u otros castigos físicos.

La necesidad de contacto continúa

Durante la adolescencia, la gran necesidad de contacto físico, suprimida y reprimida durante muchos años, se convierte gradualmente no sólo en la búsqueda impersonal de satisfacción sensorial, sino también en una búsqueda simbólica del amor: de la intimidad, de seguridad, la aceptación, el consuelo y la confianza.

[…] Nuestras células registran y pueden revivir las sensaciones táctiles.

¿Hay alguna persona desdichada que no conserve el recuerdo de otros labios junto a los suyos, en un beso especial, o una piel contra la suya fundidas en un cálido abrazo? Cuando estamos apenados, tristes o deprimidos, sentimos la necesidad de que nos abracen porque nuestra piel, nuestro cuerpo, recuerda la sensación y cómo nos ayudaba. Asociamos el cariño con el contacto físico y, como nuestras células conservan esos recuerdos, deseamos que nos toquen. […].

Las células guardan memoria y se pueden crear nuevas con un enfoque distinto que nos ayude, consentir y apapachar a nuestro niño interior es posible. Haz tu diagnóstico para comenzar con este proceso de amor propio.

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